El águila real amenazada en Noruega
Con frecuencia, cuando queremos poner un ejemplo de países avanzados en cualquier aspecto, recurrimos al ejemplo de los países nórdicos. Aunque hay algunos aspectos en los que nos pueden llevar clara ventaja, en otros quizás estemos cayendo en una idea idealizada, considerando esta cultura como la más avanzada en todos los terrenos, algo que ni de lejos es cierto.
Por poner un ejemplo, Noruega es uno de los países más machistas de Europa y eso a pesar de que tienen las leyes más avanzadas en lo que se refiere a permisos de embarazo y protección laboral de la madre.
Otro ejemplo de sus contradicciones lo encontramos en el mundo animal. Por un lado, Noruega es el primer país en poner en marca una unidad de policía para defender los derechos de los animales y tiene leyes muy duras contra el maltrato animal. Por otra, estos días su parlamento debate sobre la posibilidad de reducir la cantidad de águilas reales que hay en el país.
Y para ello, se baraja incluso llevar a cabo campañas de eliminación de ejemplares o de sus huevos. Algo impensable en otros lugares de Europa.
¿Por qué declaran la guerra al águila real?
El caso del águila real se podría comparar al del lobo en algunas zonas de España. A esta ave se la culpa de atacar el ganado y de ser la causante de la muerte de animales. Esto causa graves pérdidas económicas a los ganaderos que son los que piden que la población de águilas sea reducida.
Los defensores de las aves ya han atacado esta iniciativa, afirmando que hay muchos estudios en los que puede verse que no hay una relación entre la mayor o menor población de águilas y el número de ataques a las reses. De hecho se ha pedido la colaboración internacional recogiendo firmas que pidan que la ley no sea aprobada.
La Agencia de Medio Ambiente de Noruega también ha mostrado su oposición a esta ley que debilitaría la protección de la que goza el águila, dado que no consideran que este pájaro sea un verdadero peligro para la ganadería tal como afirman los propietarios de reses.
Esperemos que no ocurra en Noruega lo que ha pasado con el lobo en España y que acaben convirtiendo al águila en un animal en peligro de extinción en su país, cuando ahora es común verla surcar los fríos cielos nórdicos.